A DISTANCIA

¿Historia ficción?

ES MUY PROBABLE que los envites del separatismo catalán terminen en nada o en un penoso ridículo. Pero también puede ocurrir lo contrario. En este mundo cambiante y desquiciado, y en esta Europa decadente (Felipe González dixit) y débil, lo peor se hace realidad en cualquier instante. Aquello que un día es una nación, e incluso un imperio, al día siguiente podemos verlo hecho añicos. Todavía a mediados de los años ochenta considerábamos que la Unión Soviética y el comunismo eran cosas eternas; menos de diez años después del comunismo no quedaban restos y la URSS había desaparecido rota en naciones distintas. Imaginemos, pues.

Imaginemos que de aquí a dos años los separatistas tienen éxito y Cataluña pasa a ser un Estado independiente. Hoy nos dicen que en ese mismo momento quedaría fuera de Europa; mas las palabras de la Unión Europea son de muy poco fiar. Recuerdo bien la destrucción de Yugoslavia, con el inestimable apoyo de Europa y los Estados Unidos; y recuerdo las promesas de la UE y de la ONU de que nunca reconocerían la independencia de Kosovo que había sido el núcleo histórico de Serbia. Imaginemos, entonces, que la nueva Cataluña entra en la Unión Europea. A partir de ahí, de forma inmediata, vendría el desenganche inexorable del resto de las regiones: el País Vasco, Galicia, Canarias, Baleares... El presente Estado de las autonomías ha envenenado de soberanismo a todos los líderes regionales, sean del PP o del PSOE; no hay barón autonómico que no ponga por delante de los intereses de España los supuestos intereses de su comunidad autónoma. Veríamos a la propia Andalucía reclamar la independencia de una ya inexistente España.

En las nuevas naciones surgidas de la desmembración de la vieja Hispania, habría países ricos y países pobres, estos entregados a su suerte. Sabemos cuáles serían, de acuerdo con las estadísticas que hoy conocemos; entre los ricos, Cataluña, Madrid, País Vasco, La Rioja, Valencia... Sabemos también el sitio que ocuparíamos los andaluces. Puesto que la economía andaluza seguiría siendo incapaz de progreso sin ayuda solidaria de los otros territorios, habría que compensarlo con una constante subida de impuestos para subsidiar un desempleo cada vez más alto. ¿La Argentina de Cristina Kirchner? Me parece más probable la Venezuela de Chávez. Veo con mi imaginación a la señora Susana paseando por las calles, señalando con el dedo delante de las cámaras de Canal Sur: «Exprópiese, exprópiese». Una Andalucía social-comunista soberana, sin ningún control y freno del desaparecido gobierno central.

Y luego, «el horror, el horror» que musitaba el protagonista de El corazón de las tinieblas. Somos fronterizos con África, incapaces de frenar por nosotros mismos las presiones migratorias venidas del mundo negro y del Magreb; primero por falta de medios; después, por esa filosofía progre de entrada libre y papeles para todos. Ni una malla de alambre, ni muros, ni concertinas, ni Guardia Civil en las playas. En poco tiempo la sociedad andaluza quedaría anegada por una marea étnica radicalmente distinta a la europea. Pero en realidad nada de esto tiene importancia, porque como el lector habrá comprendido desde el principio sólo se trata de un entretenimiento de Historiaficción.

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